CONMEMORACIÓN DEL CENTENARIO DE REVISTA ATENEA


“Sin verdad y esfuerzo no hay progreso”, “no puede ser otro el lema de nuestra revista”, decía Enrique Molina en ese momento fundador, como lo fue abril de 1924, cuando salió a la luz el primer número de Atenea, Revista Mensual de Ciencias, Letras y Bellas Artes. La Universidad de Concepción se había fundado apenas cinco años antes, y pasado apenas otro quinquenio, en abril de 1929, Enrique Molina anuncia en la misma revista la creación del Premio Atenea. 

Es decir que, al cumplirse la década de 1930, y en el lapso de diez años, cuando aún no se había terminado la construcción de los edificios que darían vida a la Universidad de Concepción, esta contaba ya con tres pilares para sostener el conocimiento, el análisis y la experiencia artística, tres pilares que se convirtieron en ese momento en la base de la cultura y la formación universitaria: las facultades, escuelas y carreras, especialmente la Facultad de Medicina –también fundada en 1924-, la revista Atenea y el Premio Atenea. 

Son los años en que el pensamiento está reconociendo la importancia equivalente de la ciencia (y la técnica), las humanidades y las artes, triada que se quiso encarnar en Atenea, “diosa de la inteligencia, severa y sonriente a la vez”, dice Molina, queriendo construir así la expresión de un saber que tiene la rigurosidad de lo verdadero a la vez que mantiene la capacidad de la alegría fundada en la confianza en el progreso de los pueblos. Es por eso que los aliados del progreso de las naciones y de las sociedades son la confianza, entendida como esperanza y fe, como imperativo vital; la verdad que entrega el conocimiento, y el esfuerzo de la realización de las obras de la cultura y el saber. De esta forma, el nombre de Atenea quiere representar la síntesis positiva del pensamiento de la época amparado en un impulso vitalista de realización. 

Observamos con claridad en estas palabras las ideas que sostenían a Chile hace cien años, y observamos también que, en su sentido más hondo, ellas representan lo mejor de la tarea de cultura, no solo de las ideas fundadoras, sino también de las continuadoras e inspiradoras de futuro. Toda realización humana, social y cultural requiere una vitalidad que la impulse, un sentimiento de confianza en lo que se proyecta y la aceptación del esfuerzo de la labor de llevar a cabo, de actuar en concordancia con los objetivos, minimizando el influjo de las tendencias que impiden la consecución y el avance de las obras. Atenea encarna el espíritu de construcción laboriosa, que nos ha dado los mejores frutos hasta ahora. Porque mientras existan las generaciones que han sido formadas por quienes conocieron o continuaron este espíritu de época, las ideas que permitieron la fundación de la revista Atenea guardan su propia forma de vigencia. 

En estos primeros cien años, la revista se ha consolidado como revista de investigación, presente en formato impreso y digital, que, a la par que ha modernizado y profesionalizado sus procesos de tratamiento de los artículos, mantiene, con un perfil más definido y menos ambiguo, la doble orientación que estuvo en su origen: es una revista que da a conocer las voces de la investigación actual en ciencias sociales, humanidades y artes, a la vez que se ofrece como espacio abierto a la reflexión, el ensayo, la entrevista, el comentario de texto y el testimonio, entre otros, como registros discursivos no canónicos que siguen el pulso inmediato de los hechos de la cultura, poniendo de manifiesto el pensamiento y el arte de nuestra época. 

Al cumplirse cien años de vida, recordar el nacimiento y los primeros años no es un ejercicio ocioso, sino por el contrario, nos permite ver que, aunque nuestras ideas del progreso, de la verdad y del esfuerzo se han ido moldeando de manera diferente, sobre todo en el plano de la política y de la cultura, toda realización humana valiosa requiere consecuencia y constancia, palabras actuales que traducen aquellas de “verdad” y “esfuerzo”. Por ahora, no podemos imaginar un futuro en que la realización de un proyecto se consiga de una manera distinta. La revista Atenea, así como la Universidad que la cobija, ha sobrevivido a todos los embates del siglo XX y continúa afirmando su vitalidad constructiva en el siglo que hoy habitamos.
 

 

 

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